jueves, 21 de marzo de 2013

Vuelta con fuerza.

No amigos el título no se refiere a mí, pero si está estratégicamente elegido por coincidir más o menos mi regreso bloguero con el de la Juez Alaya instructora del caso ERE tras su baja por enfermedad. Vuelve con mucha fuerza reencarcelando al ex director general de trabajo de la Junta Javier Guerrero y con 20 detenciones más. No me cabe duda de que a pesar de algún posible exceso la jueza Alaya actúa con mano firme para esclarecer el caso y hacer caer el peso de la justicia sobre los culpables, que es al fin y al cabo es lo que cuenta. Dicho esto me gustaría comparar el trato recibido por los medios por parte de la Juez Alaya y otro insigne Juez que no es otro que Garzón. Para ello daré un dato que para la mayoría del público pasa desapercibido y es que el marido de la juez había trabajado como auditor de la consultora KPMG en la empresa municipal Mercasevilla, el germen de la investigación de prejubilaciones fraudulentas instruidas por su mujer. Mi teoría es que este dato que en principio y mientras no se demuestre lo contrario no tiene porque influir en el caso es tan relevante como el hecho de coincidir en una cacería de forma pública con el ministro de justicia ¿Sabéis ya por donde voy no? Ese dato que sólo se reseña de pasada en algún medio hubiera sido considerado fundamental si la juez Alaya en lugar de estar instruyendo un caso en el que el principal imputado es Javier Guerrero estuviera instruyendo uno contra Barcenas; de haber sido así A3, Carlos Herrera, Losantos, ABC, La Razón, El Mundo etc… no hubieran parado de esgrimirlo sin preocuparse por contrastarlo para poner en duda las imparcialidad de la juez añadiendo cualquier otra “prueba” ocasional y que sumada al dato anterior sería para ellos la evidencia incontestable. Luis del Pino ya habría escrito otra teoría de la conspiración. De hecho los mismos sinvergüenzas que ella juzga intentaron recusarla por el tema de su marido pero afortunadamente sigue instruyendo el caso, muy distintita fue la suerte de Garzón en similares condiciones. El propio Garzón pudo comprobar en sus propias carnes como pasaba de héroe a villano dependiendo del color del sujeto juzgado. Resumiendo que me gustaría que todos los jueces pudieran llevar a cabo sus funciones sin presión mediática y que cuando se pusiera en entredicho su imparcialidad fuera con los suficientes datos contrastados y no con meras conjeturas y hechos circunstanciales sin más sustento.