Vaya por delante que lo que sigue a continuación es sólo un calentón que se me ha metido esta tarde en la mollera mientras iba a pasar revisión rutinaria en el dentista. Cualquier métrica o parecido con una poesia, verso o prosa es pura coincidencia o fruto de mi inconsciente, uy perdón subconsciente quería decir; de las que por otra parte yo no sabría reconocer ni aunque fueran a morderme por la noche en mi cama. Le he dado la forma que Dios me ha dado a entender y aquí lo tenéis.
Si ya sé que sólo yo soy el responsable,
pero nadie me dijo que el Diablo no tenía cuernos.
Y el día que me visitó Dios debía estar enfermo.
Sabía que tendría arte pero jamás imaginé,
Que para pedir mi sangre el Diablo fuera tan amable.
No olía a azufre daba gloria verlo,
sin cuernos ni rabo con un bonito traje.
Ni maldecía y hablaba con un taimado lenguaje.
Nadie me preparó para aquel amañado juego en el que entrar
ni siquiera parecía un gran reto.
Oye chaval me dijo tú aspiras a más que ese gastado pupitre.
Yo te daré lo que el profesor no te dice,
Que para triunfar no necesitas más que volar
sin el peso de esos libros.
Por un palacio y un carruaje sólo tienes que firmar,
con el sueldo de tu vida por aval y aún te quedará el de tu princesa;
para comer perdices y criar a la parentela.
Viendo que dudaba me tranquilizó,
esto no puede fallar siempre valdrá más.
Mientras firmaba las pequeñas letras escapaban bajo mis manos,
como los camarones en una red para pescar lenguados.
Ni siquiera acabé la ESO pero ya ves mamá soy un hombre de provecho.
El sueño se fugó como un promotor con el dinero.
Y llegaba la hora en la que el Diablo debía cobrarse su deuda,
no quería mi primogénito ni siquiera a mi princesa.
Yo le dije que el de la biblia al menos no tenía letra pequeña.
Ya me lo has quitado todo
¿qué quieres ahora que te devuelva?
No has comprendido nada me dijo
aún sin mostrar el rabo ni los cuernos.
En este juego lo único que vale es la confianza y el respeto,
tan falsos como los espejismos del desierto.
Todo tu dinero sólo es un número
grabado con un punzón en una barra de hielo.
Yo no lo quiero, sólo me vale tener tu alma trabajando
para mí siempre en el infierno.